EL CRUCIFICADO DE SALINAS DE TRILLO

Pese a la gran devoción que existe y ha existido en torno a las imágenes de Cristo crucificado, pocos son desgraciadamente los ejemplos de tallas románicas y góticas que hemos conservado de esta iconografía en nuestra Diócesis. Uno de ellos es el Cristo de Salinas de Trillo. Esta talla en madera policromada se fecha en el siglo XIV. Tiene unas dimensiones aproximadas de 90x80x15cm.
La localidad de Salinas de Trillo pertenece al municipio de La Fueva en el Sobrarbe. El nombre Salinas deriva de la explotación de sal en el barranco del Salinar y Trillo de su pertenencia a dicho Municipio (a menos de 1km). La iglesia parroquial se dedica a la Asunción y es románica del siglo XII, compuesta por una bóveda de medio cañón y ábside semicircular. Las capillas laterales se deben a reformas del templo posteriores, concretamente del siglo XVII. Esta localidad se encuentra en la falda meridional del monte San Marcos, coronado por la ermita con el mismo nombre y a la que pertenecía esta talla de Cristo Crucificado.
Es una talla de estilo gótico con algunos rasgos heredados de la tradición románica.
El Cristo todopoderoso románico se representa, tanto en la pintura mural –en el pantocrátor y en los antipendios- como en la escultura, resaltando el aspecto de su divinidad “la Maiestas Domini” expresada en la corona real que nos lleva a considerar que el Redentor reina desde la Cruz, anticipando de alguna manera el señorío sobre la muerte que se consumará en la Resurrección. El cristo románico más que humillado en la cruz se propone como vencedor del pecado y del mal. Es el árbol de la Salvación, el árbol de la Vida en contraposición al árbol del Paraíso.
Otro detalle expresivo que apoya lo que venimos diciendo es el paño de pureza que se presenta amplio y se adorna generalmente con vistosa policromía y rígidos plegados y finalmente el rostro, expresa una paz y serenidad propia del que se aparta de lo que observamos en los cristos góticos, representados vivos, en los que el dolor físico se hace patente.
Otra característica propia de la época románica y que ayuda en la datación de piezas es la existencia de supedáneo o pequeña pieza de apoyo de los pies clavados con dos clavos.
Ahora nos fijamos de nuevo en el Cristo de Salinas que nos ocupa y vemos las diferencias con lo referente a época románica: en primer lugar ha cambiado la corona, que en este caso es de espinas puesto que pasamos a un protogótico que presenta a Cristo sufriendo pero conservando una gran serenidad en el rostro y todavía con la cabeza tan solo ligeramente inclinada, manteniendo en cierto modo la verticalidad de todo el cuerpo, de forma similar a los cristos de época anterior.

Detalle de la corona de espinas

El paño de pureza o Perizonium (del griego perizoma: alrededor de la cintura) dispuesto asimétricamente y anudado en el extremo izquierdo, lo que resta hieratismo a la talla, ha perdido la verticalidad de los pliegues pero sigue resaltándose por su notable tamaño y su decoración con cuidada policromía, a base de formas geométricas y florecillas; el borde del paño presenta una cinta dorada en todo su recorrido, como en la época anterior, que la convierte en una prenda dotada de cierta nobleza.

Paño de pureza

Y una última característica diferenciadora la encontramos en la posición de los pies colocados de una manera un tanto antinatural ya que están girados los talones en sentido a la inversa de como los vemos en los crucificados de época gótica y posteriores, si bien coincide con estos en que están sujetos con un único clavo, unas veces con supedáneo y otras sin él.

Detalle de los pies clavados

A partir de este momento en los cristos crucificados predominará la realidad sufriente, exceptuando cuando se representan post-morte, aunque conservarán los aspectos de los tormentos físicos y los consiguientes goterones de sangre.
Lamentablemente esta época de transición duró poco tiempo (finales del s.XIII y mediados del XIV) y de hecho tenemos pocos ejemplares de este estilo, época que algunos autores hacen coincidir con cierto esplendor cultural en la literatura y en la teología.
LA RESTAURACIÓN
La última intervención de restauración sobre esta pieza tuvo lugar durante las labores de restauración llevadas a cabo para trasladar la colección del Museo de su antigua ubicación –sobre las dependencias anejas a la sacristía de la Catedral de Barbastro- a la actual.
Durante el proceso de restauración de la talla se decidió eliminar el brazo derecho –añadido hecho en época reciente- de la imagen para evitar que las tensiones producidas por la madera añadida con esta extremidad dañasen la debilitada estructura de la talla original.
Antes de iniciar el tratamiento de restauración de la pieza, se tomaron varias micro-muestras de policromía para analizar la naturaleza de la misma y optimizar así la intervención sobre la pieza. Los resultados de dichos análisis apuntan la presencia de dos policromías superpuestas en distintas épocas. La policromía inferior presenta una primera capa de encolado en la que se detectan a veces restos de fibras de lino que quizás se deban a algún enlenzado. Sobre el encolado una capa gruesa de preparación blanca a base de arcilla blanca y cola animal; dicha arcilla se compone fundamentalmente de caolinita y cuarzo y en menor medida calcita, dolomita y óxidos de hierro, además de algo de albayalde, resulta pues esta una preparación un tanto atípica (quizás debida a un origen local en la factura de la pieza).

Estratigrafía de la policromía. Micromuestra



Sobre la preparación se aplicó una capa aislante de cola animal y posteriormente capas de color mezcladas con aceite de nueces – nuevamente es una técnica atípica para este tipo de tallas-. Los pigmentos fundamentales son: albayalde, calcita y tierra ocre.
Sobre las capas de color aparece un barniz resinoso que a su vez se cubre por la segunda capa de policromía con una preparación de yeso, arcillas y albayalde aglutinados con cola animal. Las capas de color son a base de pigmentos: albayalde, tierra roja y minio de plomo aglutinados con aceite de nueves. Esta policromía sería de época barroca o quizás posterior puesto que la mezcla de yeso y albayalde en las preparaciones comienza a usarse en época barroca. Por otro lado la molienda de los pigmentos es artesana con lo que se acota la cronología del repolicromado a mediados del siglo XIX.
Abundantes restos de resina acrílica están presentes en la superficie, seguramente debidos a una intervención reciente en el tiempo.
Bibliografía:
– Iglesias Costa, M.: “Inventario del Museo Diocesano de Barbastro”, Aragonia Sacra I, Ed. Comisión de Patrimonio Cultural de la Iglesia en Aragón, Zaragoza, 1986. Pp. 199-214.
– “Memoria de la restauración de 279 piezas del Museo Diocesano de Barbastro. Huesca”. Artyco. Gobierno de Aragón. Diciembre 2009.

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