EL PINJANTE "DEL DRAGÓN"

PINJANTES O PIEZAS DE JAEZ: LOS ADORNOS DE LOS CABALLOS

Un pinjante es un adorno metálico para el arnés de las caballerías. También se denominan piezas de jaez, voz procedente de árabe hispánico ǧaház que significa aparejo.
Estas chapas metálicas solían ir colgadas mediante una prolongación a modo de argolla de los diferentes correajes que componen la guarnición de las caballerías. También podían ir insertadas en ellos mediante remaches. Se aplicaban en las cabezadas, el petral, los correajes del caballo y las sillas.
Los de menor tamaño se usaban en otros animales domésticos, en cetrería, en las pihuelas de los halcones y en los collares de los perros.

Detalle del Retablo de San Martín con Santa Úrsula y San Antonio abad. Gonçal Peris Sarrià
Detalle del Retablo de San Martín con Santa Úrsula y San Antonio abad. Gonçal Peris Sarrià

ORIGEN Y DIFUSIÓN DE SU USO
El uso de chapas para los arreos es tan antiguo como la domesticación del caballo. Su utilización y origen se remonta al mundo antiguo y podemos rastrearla en múltiples representaciones de diferentes culturas. Pero fue durante la época medieval cuando se convirtió en una moda común a toda Europa y también a Oriente. De hecho, a lo largo de toda la Baja Edad Media se realizó un tipo de producción en serie, casi industrializada. Su cronología va del siglo XII hasta finales del XV, momento en el que empiezan a caer en desuso.
En los Reinos cristianos de la Península, hubo talleres muy activos. Destaca la producción de Aragón, Valencia, Cataluña y Castilla. Paralelamente, el mundo árabe desarrolló su fabricación con características particulares. En Lorca se han hallado moldes de fundición para la realización de pinjantes, que nos ayudan a reconstruir su proceso de fabricación.
Pero, como es lógico, las influencias fueron mutuas. Tanto en las formas como en los temas y su interpretación, se pone de relieve este influjo recíproco, en el que lo oriental se mezcla con elementos propiamente góticos. Igual que sucede en los marfiles y monedas medievales, en estas piezas de jaez los elementos decorativos aparecen enmarcados por círculos festoneados, cenefas …y podemos rastrear en ellos todo un vocabulario decorativo propio del estilo gótico.
FUNCIÓN
Estos pinjantes servían de adorno, como certificado de propiedad y eran portadores de un alto valor simbólico y de prestigio. Pero además de ser un signo de ostentación, servían de protección para prevenir el mal de ojo, dar al animal que lo porta fuerza y resistencia y, en su caso, favorecer la fertilidad. La herencia pagana, los intercambios culturales y la unidad de pensamiento al respecto, explican la creación de amuletos formados a base de la combinación de distintos temas de muy diversa procedencia, como es el caso del que estudiamos, en el que, inscrito en un Selló de Salomón, aparece la figura de un dragón.
LAS MEJORES COLECCIONES DEL MUNDO
Aunque las piezas de jaez pertenecen al mundo anticuario y al ámbito del coleccionismo, son excepcionales las colecciones de algunos Museos como el Lázaro Galeano y Arqueológico Nacional en Madrid, Museo Mares en Barcelona, Museo Episcopal de Vic o Museo de Cluny en París. En el Museo Diocesano de Barbastro-Monzón contamos con esta única y bella pieza que se expone en la sección de arqueología.
MATERIALES Y TÉCNICA
El metal con que se realizaron fue mayoritariamente el cobre, aunque también se han hallado algunos ejemplares de bronce (como el que nos ocupa) o de aleaciones de cobre-plata y cobre-aluminio. Para lograr una apariencia más lujosa, a menudo las piezas se bañaban en oro o en plata. Pero para los más ricos jaeces podían utilizarse plata, oro macizo e incluso piedras preciosas.
Las piezas se fundían en moldes y la decoración incisa se trabaja por el anverso con cincel o buril, dejando el reverso liso y sin decorar. El color se aplicaba con esmaltes o pasta vítrea mediante la técnica del excavado.
ICONOGRAFÍA
Las formas son muy diversas: circulares, cuadradas, lobuladas…. Y en cuanto a los temas, son sumamente variados. Ana Mª Veiga Romero, del Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense los resume así:
“La representación con escenas cuyo principal protagonista es la figura humana abarca una temática muy amplia. [•••]. Los episodios de caza con jóvenes portando halcones, los lances de caballería, las damas enamoradas en la puerta de una torre o aquellas otras donde la figura femenina [•••] es símbolo de la patria, haciendo referencia, en un contexto guerrero, a la fidelidad y la lealtad, están ampliamente representadas. Los de temática religiosa, no por comunes resultan menos interesantes. Son frecuentes los que tienen un ángel como tenante de un escudo, los de la Anunciación con el florero con los clásicos lirios o la cruz de San Andrés. También, como en otras manifestaciones de las artes góticas la epigrafía jugará un papel fundamental [•••]. Pueden hacer referencia, cuando se usan iniciales o anagramas a la dama o el caballero propietario del caballo [•••]. Cuando son de carácter religioso lo más común es que aparezca el anagrama de IHS, o la salutación del ángelus AVE MARIA.”
Un gran número de piezas contiene representaciones de animales: aves (palomas afrontadas o águilas con las alas extendidas), leones, símbolos de poder y soberanía, o perros, que simbolizan la fidelidad.
EL PINJANTE “DEL DRAGÓN”
El pinjante hallado en las excavaciones realizadas en el entorno de la Catedral de Barbastro, debió ser realizado en el siglo XIII o XIV. Está fundido en bronce y ha perdido el baño metálico y el color, si es que algún día lo tuvo.
Es circular, con el marco exterior festoneado y decorado con una orla de estrellas incisas alternadas con espacios vacíos. Este círculo enmarca el Sello de Salomón que contiene tetralóbulos calados en cada una de las seis puntas. En el centro se presenta la figura de un dragón.
El Sello de Salomón, también conocido como Estrella de David, no fue un símbolo judío en su origen. Si bien se conocen representaciones antiguas del Sello en el contexto judío, éstas tienen exclusivamente carácter decorativo. No será hasta época contemporánea, con los movimientos nacionalistas judíos, cuando adquiera el sentido nacional-religioso que este símbolo contiene en la actualidad.
Muchos pueblos lo usaron en la Antigüedad como ornamento y como signo mágico. Estos signos se denominaban «sellos» porque se grababan en los anillos y porque protegían («sellaban») contra el mal. Entre los talismanes más frecuentes se encontraba esta estrella de 6 puntas (hexagrama), conocida como «Sello de Salomón», “Jotam-Shlomó” por los judíos y “Khatam Suleiman” por los musulmanes.
Distintos textos –el Talmud de Babilonia y algunos relatos musulmanes– difundieron la leyenda de que el rey Salomón poseía un anillo mágico con el símbolo del hexagrama, gracias al cual podía controlar a los demonios o hablar con los animales. Por eso se le otorgó un carácter protector y mágico genérico, sin que estuviera vinculado a ninguna religión en concreto. Durante la época medieval se generalizó el uso de amuletos con la estrella inscrita en un círculo que protegían a su portador del mal, como es el caso del pinjante que estudiamos.
El remate exterior festoneado, al igual que los calados tetralobulados que se han abierto en cada una de las puntas de la estrella, nos remiten a los siglos XIII o XIV, pues es durante el periodo gótico cuando las tracerías caladas con este motivo se generalizan, tanto en la decoración arquitectónica, como en la de los retablos.

dragón
dragón

La representación del dragón en este tipo de objetos, se vincula con toda probabilidad con aspectos mágicos, pues en los siglos dela Baja Edad Media encarnaba el mal. Se trata de una especie de ave bípeda con cabeza perruna, orejas puntiagudas y alargadas y fauces amenazantes que muestran los dientes. Su cuerpo es de ave: desde el cuello está cubierto de plumas, representadas someramente mediante pequeñas incisiones. Las garras y la cola son de ave pero sus alas plegadas son de murciélago.
Se trata de una pieza muy original en cuanto a su decoración, a caballo entre dos mundos opuestos pero permeables a influencias mutuas, y cuyas fronteras estaban aún difusas.

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