EL MUSEO, de la "A" a la "Z"

Museo Diocesano de Barbastro-Monzó
Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

A: ARCA DEL MONUMENTO
Esta pieza de plata, destinada para la reserva del Santísimo Sacramento hasta el Viernes Santo, tiene entidad propia, tanto por su valor litúrgico como por su riqueza material y el cuidado en su elaboración. Fue realizada en el siglo XVII en un taller de Barbastro.
La tapa que la cierra está decorada con un friso de ovas y dardos y otro de palmetas. Los frentes de cada uno de sus seis lados presentan paneles en los que la decoración vegetal invade toda la superficie. Allí, cuatro grandes roleos enmarcan un círculo que contiene atributos de la Pasión de Cristo.
El interior, forrado de terciopelo rojo, se decora con lentejuelas doradas formando estrellas.
Arca para el Monumento de Jueves Santo. Plata repujada. Siglo XVII. Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Arca para el Monumento de Jueves Santo. Plata repujada. Siglo XVII. Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
B: BENDECIR
Bendecir es invocar el favor divino y desear el bien mediante el gesto de la bendición. Éste se realiza trazando una cruz en el aire con 3 dedos desplegados, posición que alude a las Tres Personas de la Trinidad. Los otros dos dedos, plegados, hacen referencia a la doble naturaleza de Cristo.
En el románico, el Cristo Pantocrátor o el Niño Jesús que sostiene María, se representan siembre en actitud de bendecir, al igual que las imágenes de santos obispos y papas. En el Museo encontraremos numerosos ejemplos en esculturas, pinturas sobre tabla, sobre lienzo y piezas de orfebrería, como los brazos relicarios de San Ramón y San Valero.
Virgen con el Niño. Madera tallada y policromada. Siglo XV, Troncedo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Virgen con el Niño. Madera tallada y policromada. Siglo XV, Troncedo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
C: CUSTODIA
El culto a la Eucaristía, desarrollado especialmente tras la Contrarreforma, dio lugar a esta pieza característica del ajuar litúrgico, que alberga y muestra la Hostia Consagrada para exposición y adoración de los fieles. Ésta se colocaba en el viril, entre dos vidrios, uno de los cuales es, en la práctica, una puerta que se abre y cierra.
Las dos que se muestran aquí son “de mano” y eran usadas en la procesión. Fueron realizadas en el siglo XVIII y presentan la característica decoración barroca a base de cabezas de querubines, carnosos elementos vegetales y tornapuntas en “ce”.
Ambas son de las denominadas de “tipo sol”, un modelo que se generalizó a partir del siglo XVII caracterizado por la ampliación del viril con radiaciones, resplandores y ráfagas de rayos rectos y flameantes alternados y acabados en estrellas con piedras de colores.
Custodias  Plata y piedras de colores. Siglo XVIII, Trillo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Custodias Plata y piedras de colores. Siglo XVIII, Trillo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
D: DRAGÓN
El Museo exhibe en su sección de arqueología un bello pinjante, un adorno de bronce para el arnés de las caballerías que fue hallado en las excavaciones realizadas en la Catedral de Barbastro. Debió ser realizado en el siglo XIV, en el ámbito musulmán.
Es circular, con el marco exterior festoneado. Enmarca el Sello de Salomón que contiene tetralóbulos calados en cada una de las seis puntas. En el centro se presenta la figura de un dragón, cuya representación en este tipo de objetos, se vincula con aspectos mágicos, pues en los siglos dela Baja Edad Media encarnaba el mal.
Se trata de una especie de ave bípeda con cabeza perruna, orejas puntiagudas y alargadas y fauces amenazantes que muestran los dientes. Su cuerpo es de ave: desde el cuello está cubierto de plumas, representadas someramente mediante pequeñas incisiones. Las garras y la cola son de ave pero sus alas plegadas son de murciélago.
Pinjante del Dragón. Bronce. Siglo XIII-XIV, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Pinjante del Dragón. Bronce. Siglo XIII-XIV, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
E: ESMALTE
Durante el Románico floreció la confección de esmaltes. Esta colorista decoración asombraba por su calidad y contó con un amplio mercado en toda Europa a precios más asequibles que los de las piezas de orfebrería.
El Museo conserva un bello píxide románico esmaltado realizado en el siglo XIII. Sus características lo enlazan con los talleres de Limoges, que en su período industrial, surtieron de piezas similares a todo el Occidente Europeo.
Es de cobre dorado y está decorado con esmalte “champlevé”, es decir, excavando la lámina de metal y rellenando los huecos con pasta vítrea de color azul, verde, rojo y blanco.
El color se aplica a base de materiales pulverizados como el plomo, sílice, o bórax, mezclados con distintos óxidos metálicos. El óxido de hierro da el color rojo, el antimonio, plomo, y plata proporcionan el amarillo, el cobalto agrega intensos azules y el cromo da las distintas tonalidades de verde. Tras someter esta pasta a unos 800º C, adquiere el aspecto del vidrio de colores.
Píxide. Cobre sobredorado y esmalte champlevé. Siglo XIII, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Píxide. Cobre sobredorado y esmalte champlevé. Siglo XIII, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
F: FILACTERIA
El término se refiere a unas cajitas donde se guardan tiras de pergamino con pasajes de las Escrituras, que los judíos, durante sus rezos, llevan atadas al brazo y a la frente. Pronto el uso del término se extendió a cualquier cinta de papel enrollado con citas o leyendas.
El arte medieval incorporó estas tiras con escrituras a la iconografía de los personajes asociados al Antiguo Testamento, como profetas y reyes hebreos, para diferenciarlos de los Evangelistas, asociados al Nuevo Testamento y portadores de libros. Otra convención que adoptó el arte occidental fue aplicar a los personajes del antiguo testamente un nimbo poligonal, y a los del Nuevo testamento uno circular.
El Museo exhibe un fragmento de puerta de retablo procedente de Fanlo (siglo XVI) en donde David y Jeremías, con nimbo poligonal, portan sendas filacterias con la leyenda “DAVID PROPHETA” “IEREMIAS PROPHETE”. Los evangelistas Mateo y Juan, con nimbo circular, están escribiendo el evangelio y se acompañan de sus respectivos símbolos, el ángel y el águila.
El arcángel Gabriel, en la Anunciación del ático del retablo de Oto, porta una filacteria con el lema “AVE MARIA GTA PLENA”
David y Jeremías. Detalle de puerta de retablo Templo y óleo sobre tabla. Siglo XVI ,Fanlo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
David y Jeremías. Detalle de puerta de retablo Templo y óleo sobre tabla. Siglo XVI ,Fanlo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
G: GALLO
El gallo, la columna, los clavos, la lanza, los dados, la escalera… son instrumentos utilizados en la Pasión de Cristo, expresión de todos los sufrimientos que, como piezas de un rompecabezas, conforman la narración de este episodio.
Es habitual encontrar un gallo, entre otros símbolos que acompañan al Cristo Varón de Dolores, en la pintura del gótico final, como el Sagrario procedente de la Iglesia de San Julián de Barbastro. También hay un gallo sobre una columna en el Arca del Monumento.
El gallo acompaña a menudo al Apóstol Pedro, que llegó a negar a Cristo hasta tres veces antes del amanecer, señalado por el canto del gallo. “Y pensando en esto, lloraba”. (Mc 14,72). La representación del arrepentimiento de San Pedro fue uno de los temas más demandados por la Iglesia de la Contrareforma; de hecho era inexistente en la iconografía cristiana hasta el siglo XVI. Frente al ataque de los protestantes al fundador de la Iglesia, y al sacramento de la penitencia, la Iglesia Católica se sirvió del arte para exaltarlos. En la Sacristía de la Catedral de Barbastro puede verse un medallón con la representación de las “Lágrimas de San Pedro” (c.1780).
Tabla de un sagrario, Temple graso sobre tabla. 1496, Bartolomé García de Benabarre, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Tabla de un sagrario, Temple graso sobre tabla. 1496, Bartolomé García de Benabarre, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
H: HERÁLDICA
La heráldica describe los escudos de armas de cada linaje, ciudad o persona. Desde la antigüedad el concepto de poder estuvo irremisiblemente unido al de la promoción y patronazgo artístico y la obra de arte se convirtió en símbolo del “prestigio” y la “fama” de su patrón.
Muchas obras expuestas en el Museo (principalmente pinturas y piezas de orfebrería) muestran los escudos heráldicos de los donantes, personalidades del clero o la nobleza. Nos aportan abundante información a cerca del propósito y finalidad de la obra, y nos ayudan a datarla.
Por ejemplo, sabemos que los bustos de San Ramón y San Valero fueron realizados a principios del siglo XVII para la Seo Barbastrense por encargo de Jaime de Arroyos, canónigo, Arcipreste y comisario del Santo Oficio. El canónigo Arroyos había formado parte de la Comisión encargada de la solemne traslación de las reliquias de san Ramón, desde Roda hasta Barbastro en 1589, por lo que se entiende su especial vinculación con el santo. La donación de estos espléndidos relicarios pone de manifiesto su distinguida posición social y económica. Podemos ver su escudo (un caballero con armadura y espada sobre el lecho de un arroyo) en una pieza de fundición de plata sobredorada situada sobre el broche de la capa.
Emblema heráldico de Jaime de Arroyos. Detalle del Busto de San Ramón Plata y plata sobredorada. Siglo XVII, Barbastro . Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Emblema heráldico de Jaime de Arroyos. Detalle del Busto de San Ramón Plata y plata sobredorada. Siglo XVII, Barbastro . Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
I: INCENSARIO
El incensario también se llama turíbulo; de allí que a quien lo porta se le llame turiferario. A ambos lados del Arca del Monumento pueden verse dos ángeles turiferarios, aunque no conservan el incensario que portaban. Ya era utilizado en el mundo grecoromano para perfumar las ofrendas y el altar, y como señal de honor y dignidad. En la liturgia cristiana, el incienso simula las oraciones de los fieles que ascienden hacia Dios.
El más antiguo de los conservados en el Museo, del siglo XV, está realizado en bronce. El brasero descansa en una peana octogonal y la linterna tiene la forma de un templete perforado por celosías con decoración geométrica.
Los del siglo XVI reproducen modelos arquitectónicos góticos con elementos decorativos de tradición renacentista.
A partir del siglo XVII la linterna sustituye su estructura arquitectónica por una pieza cilíndrica, cerrada con una cúpula todo ello con una decoración a modo de celosía calada y cincelada.
Incensarios Bronce y plata. Siglos XV, XVI y XVII. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Incensarios Bronce y plata. Siglos XV, XVI y XVII. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
J: JUDAS ISARIOTE
Judas Iscariote, el discípulo traidor, es uno de los protagonistas de las representaciones de la Última Cena, en la que Jesús anunció que el traidor era “aquel a quien yo daré el bocado que voy a mojar. Y después de mojar el bocado, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote”. Juan 13:26-28.
En la última Cena de Graus identificamos a Judas, porque muestra el pan. Va vestido como el resto de apóstoles, pero su rostro recibe un tratamiento psicológico, a base de rasgos fisonómicos que evocan la maldad: una nariz aguileña, una afilada barba, o el cabello pelirrojo, pues estas personas se consideraban por su extrañeza, tocadas por el infierno.
Siempre le acompaña su atributo principal: el saquito con el dinero, que no representa las 30 monedas de plata de la traición, puesto que en el momento de la Cena todavía no las había cobrado, sino que alude a su condición de administrador del grupo de apóstoles.
Todos los discípulos llevan un nimbo dorado tras la cabeza, que simboliza la luz divina que irradian. Sin embargo, Judas lleva un nimbo negro, aludiendo a su maldad.
Última Cena. Detalle Temple graso sobre tabla. Siglo XVI, Buisán. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Última Cena. Detalle Temple graso sobre tabla. Siglo XVI, Buisán. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
K con la k: POKAL
La copa tipo Pokal es singular por tratarse de una pieza alemana, originalmente de uso civil. Este vaso para vino, de moda en las platerías alemanas durante los siglos XVI y XVII, presenta una decoración en forma de racimo para la copa y la tapa, que tenía un remate en forma de florón. Solían presentar un astil en forma de tronco por el que trepaba la figurita de un leñador o un cazador y un pie circular decorado con bollones.
Estas copas de uso profano, se adecuaban perfectamente para ser usadas en la liturgia católica como copón, ya que su forma de racimo, aludía a la simbología de Jesús como vid.
El Pokal de plata sobredorada que exhibe el Museo, realizado a finales del siglo XVI, perdió el remate de la tapa, sufrió una modificación del astil y la base original perdió la decoración vegetal que la completaba.
Presenta en uno de los bollones el punzón de la ciudad alemana de Ulm, y la misma marca nominal que la copa que legó a la Catedral de Tarazona Diego Antonio Francés de Urritigoyti (1603-1682), Obispo de Barbastro, y después de Teruel y Tarazona.
Traubenpokal alemán completo y Pokal modificado del Museo DBM. Plata sobredorada. Siglo XVI, Taller de Ulm, Barbastro
Traubenpokal alemán completo y Pokal modificado del Museo DBM. Plata sobredorada. Siglo XVI, Taller de Ulm, Barbastro

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
L: LIPSANOTECA
La palabra lipsanoteca procede del griego y está compuesta por el participio “leipsianon” (depositado) y el nombre “teca” (caja). Alude a pequeñas cajas de madera, toscamente talladas y cerradas con una tapa. No están decoradas puesto que su función no era la de ser exhibidas, sino que eran depositadas bajo la piedra de altar de la iglesia o ara.
Contenían reliquias de santos mártires, recordando los sepulcros de las catacumbas romanas que habían servido de altar en los primeros siglos del cristianismo. Así, el altar, además de mesa santa, se convertía en sepulcro de los mártires. A veces las reliquias se envolvían en finos tejidos musulmanes.
Junto a las reliquias, se depositaba el acta que daba fe de la consagración del templo, que contenía datos básicos como la dedicación del templo, la fecha en que tuvo lugar y las personalidades, tanto religiosas como civiles que asistieron al acto, al que concurría gran cantidad de fieles.
Lipsanotecas. Madera. Siglo XII, Procedentes de Bíbiles y Ardanué (rectangular). Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Lipsanotecas. Madera. Siglo XII, Procedentes de Bíbiles y Ardanué (rectangular). Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
M: MUDEJAR
Llamamos mudéjares a los musulmanes que conservaban su religión islámica y habitaban en territorio cristiano. Por extensión llamamos así al estilo decorativo de sus realizaciones artísticas ya que éstos ponían su habilidad y su oficio al servicio de clientes de su propia religión y también de cristianos y judíos.
El Museo expone una casulla procedente de la Catedral de Barbastro, tejida en el siglo XIV por un taller de artesanos mudéjares. De tres colores – verde, rojo y blanco – presenta una decoración geométrica, conformada por una malla de rombos en cuyo interior se inscriben cruces.
Los ritmos geométricos de este tejido nos revelan algunas de las claves de la decoración mudéjar. Igual que el arte islámico, es un estilo iconoclasta, porque está íntimamente ligado a la religión y ésta prohíbe la representación de la figura humana. Por eso la realidad se deforma en imágenes geométricas.
La disposición repetitiva y rítmica de los elementos decorativos permite prolongar un módulo y multiplicarlo hasta el infinito, para reflejar así la indivisibilidad de Dios, su perfección y su infinitud. Como consecuencia de esa repetición el resultado es de una gran densidad ornamental u “horror vacui”, es decir, horror al vacío.
Casulla Mudéjar. Detalle.  Siglo XIV, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Casulla Mudéjar. Detalle. Siglo XIV, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
N: NATIVIDAD
Esta Natividad es un detalle del retablo de la Virgen de Oto, obra temprana de Blasco de Grañén, el más completo representante de la pintura gótica internacional aragonesa del segundo cuarto del siglo XV.
El estilo internacional escoge como fuentes de inspiración lo mejor de la pintura italiana del Trecento. Lo apreciamos en los abundantes fondos dorados, la elegancia cromática de rosas o malvas, y el naturalismo que observamos en el buey y la mula o el pesebre.
Pero también se inspira en la pintura del norte, sobre todo, en la miniatura francesa de donde el estilo internacional toma el gusto por el detalle y la anécdota. Aquí vemos un San José más preocupado por calentarse las manos en el brasero, pues es diciembre, que por atender al milagro del Nacimiento de Nuestro Señor.
También nos muestra un niño “fajadito”, pues desde la antigüedad y en las zonas rurales hasta el siglo XIX, se envolvía a los bebés con vendas muy ajustadas, porque se pensaba que de no hacerlo, sus piernas sufrirían deformaciones. Este atuendo habitual del niño recién nacido, al mismo tiempo evocaba la mortaja con la que se envolvería en el momento de la muerte.
Natividad del Retablo de la Virgen con el Niño.  Temple graso sobre tabla. Mediados del siglo XV. Blasco de Grañén, Oto . Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Natividad del Retablo de la Virgen con el Niño. Temple graso sobre tabla. Mediados del siglo XV. Blasco de Grañén, Oto . Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ñ con la ñ: PAÑO DE PUREZA
Se llama paño de pureza o Perizonium (del griego: perizoma, «alrededor de la cintura»), a la pieza de tela que ocultaba la desnudez de Jesús durante su crucifixión, tras el expolio.
El Crucificado de Salinas responde a un modelo de Cristo ya gótico: ya no se presenta como el juez triunfante del románico, sino como el hombre que sangra y muere en la cruz.
El cuerpo abandona su hierática verticalidad y se arquea. Las piernas ya no están paralelas, sino la derecha sobre la izquierda, unidos los pies con un solo clavo. La cabeza se inclina sobre el hombro derecho y muestra la corona de espinas entrelazadas. El rostro inexpresivo del románico presenta ahora los ojos y la boca entrecerrados, en actitud serena.
El paño de pureza es largo como el de los crucificados románicos, pero, a diferencia de éstos, el borde inferior no es horizontal, sino que se dispone asimétricamente en diagonal. Se anuda en la cadera izquierda y sobre la parte delantera cae un amplio pliegue en forma de U.
Cristo Crucificado, Talla en madera policromada. Siglo XIV, Salinas de Trillo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Cristo Crucificado, Talla en madera policromada. Siglo XIV, Salinas de Trillo. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
O: ORFEBRERÍA
El término “orfebrería” designa el trabajo de los metales preciosos (oro y plata) o de los que en el pasado eran considerados como tales (cobre dorado), de las piedras preciosas y de los esmaltes.
La orfebrería profana -joyas, adornos y objetos para la mesa-, a menudo fue fundida para recuperar el metal o para fabricar nuevos objetos, más acordes con la moda. La orfebrería religiosa ha llegado en mayor número hasta nosotros e incluye objetos de culto dedicados a Cristo, la Virgen y los santos y objetos de la liturgia tales como píxides y copones, cálices y patenas, incensarios, cruces…
Los orfebres eran ciudadanos respetados y gozaban de una gran consideración social porque trabajaban con metales preciosos y caros, con los que sólo podían comerciar personas económicamente potentes y porque de sus manos salían los objetos utilizados en el culto.
La mayor parte de los objetos de orfebrería reunidos del Museo proceden del Tesoro de la Catedral de Barbastro, que comenzó a enriquecerse cuando, en el siglo XVI, recuperó su rango de primera iglesia diocesana. Los sucesivos prelados, los canónigos y el propio Cabildo de la Catedral, rivalizaron en sus donativos al Tesoro, encargando obras de especial categoría a los más prestigiosos plateros, y no sólo de Barbastro, sino de otras ciudades como Barcelona o Zaragoza.
Sala de Orfebrería. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Sala de Orfebrería. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
P: PUNZON
Casi todas las piezas de plata llevan un punzón o marca. El marcaje servía de garantía para el comprador, pues aseguraba que el objeto estaba fabricado con plata de ley, es decir, con un material que tenía el grado de pureza exigido por la normativa y en cuya aleación no se había empleado un exceso de metal no precioso, como el cobre. Se marcó plata en más de un centenar de localidades españolas. En Barbastro, al menos desde la primera mitad del siglo XVI, la plata se marcaba con el nombre abreviado de la localidad: BARB y a veces, el artífice de la obra dejaba también su marca nominal.
En muchas de las piezas se aprecia la burilada, huella de la operación mediante la que los marcadores probaban la ley de la plata para poder marcarla con el punzón de la ciudad. Con un buril se arrancaban unas virutas de plata y se colocaban sobre una cazoleta; sobre otra, se ponía el “parangón”, unos fragmentos de plata de ley. Tras fundirlos, se comprobaba si la plata de la burilada tenía el mismo lustre, blancura y resplandor que los del parangón o si por el contrario, ésta era negra u oscura, en cuyo caso, tendría menos ley y el objeto habría de ser destruido.
Punzones de la ciudad de Huesca OSCA y del platero LAFUENTE, Siglo XVIII; Punzón de Zaragoza ZARGZA y burilada, primer tercio del siglo XVIII;  Punzón de Barbastro BARB, siglo XVI; Punzón de Barbastro BARB, siglo XVI . Museo Diocesano de Barbastro-Monzó
Punzones de la ciudad de Huesca OSCA y del platero LAFUENTE, Siglo XVIII; Punzón de Zaragoza ZARGZA y burilada, primer tercio del siglo XVIII; Punzón de Barbastro BARB, siglo XVI; Punzón de Barbastro BARB, siglo XVI . Museo Diocesano de Barbastro-Monzó

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Q: QUERUBÍN
Lo querubines forman parte del repertorio decorativo del arte barroco, sobre todo, del siglo XVIII.
Apreciamos un bello ejemplo decorando el conjunto de gradas y frontal de plata para el Altar Mayor de la Catedral realizado entre 1739 y 1741 por el platero zaragozano Joseph Fuentes, por encargo del Obispo de Barbastro Carlos Alamán y Ferrer.
La obra presenta elementos decorativos que la aproximan al Barroco tardío y al Rococó. La decoración es de gran relieve, está cargada de movimiento y en su temario triunfa el naturalismo. Entre la maraña vegetal de conchas, rocallas, flores de grandes botones centrales, tornapuntas y carnosas hojas incurvadas en sus extremos, aparece esta pequeña cabecita de querubín alado.
A pesar de la gran densidad del ornato, los motivos no se pierden dentro de la composición gracias a su excepcional dibujo y a su sentido del volumen. El trabajo es de una gran calidad pictórica magistralmente conseguida gracias al volumen del repujado y a la matización de algunos fondos.
Detalle del Frontal de altar, Plata repujada y cincelada. Obra de Joseph Fuentes. Mediados del Siglo XVIII, Barbastro . Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Detalle del Frontal de altar, Plata repujada y cincelada. Obra de Joseph Fuentes. Mediados del Siglo XVIII, Barbastro . Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
R: RAMÓN
La figura de San Ramón del Monte Obispo de Barbastro, está representada en el Museo a través de un busto donado por el canónigo Arroyos en el siglo XVII. El destino de este busto de plata, era guardar una reliquia (un trozo de hueso de la cabeza) del santo al que representa. Tanto esta obra como su pareja, el busto de San Valero, están imbuidas de un gran naturalismo, impresión acentuada por la policromía. La brillantez de la plata y la riqueza cromática que les proporcionan los cabujones de colores engarzados en piezas de plata sobredorada o los esmaltes les confieren una gran suntuosidad,
Esta tipología de busto-relicario o testa estaba muy extendida en Aragón, donde existen numerosas piezas de este tipo, muchas de primera magnitud artística. Para los huesos del brazo se labraron otras piezas en forma de brazo, como las que pueden verse en el Museo también del siglo XVII y pertenecientes a San Ramón y San Valero.
Busto relicario de San Ramón, anverso y reverso. Plata policromada. Siglo XVII, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Busto relicario de San Ramón, anverso y reverso. Plata policromada. Siglo XVII, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
S: SANTOS
Los santos, como puente entre el Cielo y la Tierra, adquirieron una gran relevancia para los creyentes, que veían en ellos a sus amigos y protectores. Estaban presentes en todos los aspectos de su vida cotidiana.
Cada ciudad se ponía bajo la protección de un santo patrón y también cada persona, desde el mismo momento de recibir un nombre; ya adulta, en el desempeño de su trabajo, determinados santos velarían por su gremio; si caía enferma, podría solicitar la intercesión de algunos santos especialmente eficaces según el caso: Santa Lucía para los males de la vista, san Blas para los de garganta, San Sebastián y San Roque para la peste… La semana y los meses venían marcados por el santoral y por las fiestas de guardar establecidas por la Iglesia medieval. Como testimonio de aquella forma de señalar el tiempo quedan los refranes: «A todo cerdo le llega su San Martín», «Santa Bárbara bendita, trae el sol y el trueno quita».
A través de la colección de escultura y pintura del Museo se pueden apreciar las advocaciones más populares en tierras altoaragonesas del periodo medieval al barroco. En el pasado los fieles comprendían los códigos de estas imágenes y eran capaces de identificarlas a través de su indumentaria, las características de su tocado o los atributitos que portaban.
San Esteban, diácono. Talla de madera policromada. Siglo XIV, Suils. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
San Esteban, diácono. Talla de madera policromada. Siglo XIV, Suils. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
T:TIRAZ
Nuestro Museo exhibe una reproducción del Tiraz de Colls, magnífica pieza depositada en el Museo Provincial de Huesca, hallada en 1978 en la pequeña ermita románica de San Pedro de Colls; se encontraba envolviendo una lipsanoteca que había sido colocada bajo el ara del altar.
Este tejido se denomina “tiraz”, palabra que se usó para designar a los ricos textiles con bandas ornamentales e inscripciones realizadas en sedas, oro y plata y también para denominar al taller cortesano en el que éstos se elaboraban.
En la Catedral de Roda de Isábena se conservaban ricos tejidos, algunos procedentes de Oriente (Egipto y Persia), que bien podrían haber sido adquiridos en prósperas plazas comerciales como Barbastro. Estos tejidos, con toda probabilidad donados por nobles o miembros del alto clero, no sólo se usaban para enriquecer la indumentaria litúrgica, sino también para envolver las reliquias en las solemnes ceremonias de consagración de nuevas iglesias, como la de San Pedro de Colls. Su milagrosa conservación se debe a que estas extraordinarias piezas se guardaron como valiosos tesoros en el interior de arquetas o lipsanotecas.
Tiraz, detalle. Tapiz y tafetán de seda, Siglo XI Colls. Puente de Montañana. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Tiraz, detalle. Tapiz y tafetán de seda, Siglo XI Colls. Puente de Montañana. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
U: UVAS
Las uvas, la vid y el vino tienen una presencia destacada en el Nuevo Testamento. Jesús dice “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos” Juan 15, 1-8. Además, el misterio de la transubstanciación, convierte el vino de la Eucaristía en la sangre de Cristo. Por ello la uva ha estado presente en la iconografía cristiana desde sus orígenes. Pero fue sobre todo a partir del Concilio de Trento cuando la Iglesia Católica llevó a cabo una ardua defensa teológica de este dogma, y ésta se manifestó entre otras cosas en la incorporación de motivos eucarísticos, como pámpanos y hojas de vid a las columnas de los retablos. Sirva como ejemplo la mazonería barroca del retablo procedente de San Victorián, hoy en la catedral de Barbastro.
La cinta de la que pende la llave para el arca del Monumento, está primorosamente bordada con espigas y racimos de uvas con aplicaciones de oro en relieve, alusivos al pan y el vino de la Eucaristía.
Retablo de San Victorián, detalle. Mazonería de madera dorada y policromada. Siglo XVIII, Monasterio de San Victorián. Catedral de Barbastro  
Retablo de San Victorián, detalle. Mazonería de madera dorada y policromada. Siglo XVIII, Monasterio de San Victorián. Catedral de Barbastro

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
V: VIRGEN CON EL NIÑO
Uno de los tipos iconográficos más populares durante el periodo medieval fue la representación de la Virgen como trono, con el Niño sentado en el regazo. Las imágenes de María empiezan a aparecen coincidiendo con la gran eclosión de la devoción mariana a finales del siglo XI, que de Madre de Dios, pasará a ser también madre de todos, interlocutora e intermediaria.
La rigidez, frontalidad estricta y hieratismo de las Vírgenes Majestad del románico darán paso a este otro modelo de Virgen de Ternura, en la transición del románico al gótico, representado por la Virgen de Rañín. Se representa como Reina, pues va tocada con una corona, y como Madre humana, que protege a Jesús y lo sujeta por la espalda con la mano izquierda. Sostiene una esfera, el «globus mundi”, como signo de soberanía sobre lo creado o quizá una manzana, que alude a su condición de nueva Eva, la mujer que traerá al mundo al hijo de Dios y redimirá a la humanidad del pecado original. Sus rasgos faciales son muy característicos: cejas delgadas y arqueadas, ojos rasgados, nariz recta y una sonrisa dulce. Su indumentaria también responde a la moda medieval: un velo blanco drapeado, como el que llevaban las doncellas consagradas a Dios, enmarca su rostro y deja ver el rubio cabello; lleva túnica roja con adornos en el escote y ceñida con cinturón dorado; sobre ella, un manto azulado.
El Niño, sentado sobre la pierna izquierda, lleva túnica y manto rojos, simbolizando la sangre de su sacrificio y su sometimiento a la voluntad divina. Bendice con la mano derecha y con la izquierda sujeta el libro que contiene todas las profecías que el Hijo de Dios ha venido a cumplir.
Virgen con el Niño. Talla en madera policromada. Siglo XIII, Rañín. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Virgen con el Niño. Talla en madera policromada. Siglo XIII, Rañín. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
X con la x: ÓXIDOS
Muchos de los pigmentos utilizados en la pintura antigua, sobre todo al fresco, son minerales. Básicamente se trata de óxidos. Los pigmentos de oxido de hierro que se obtienen de yacimientos se denominan “tierras” y entre las más conocidas están las coloraciones ocres amarillas, rojas, sienas, sombras y hasta grises y negros.
Estos pigmentos se conocen y utilizan desde la antigüedad; solo el negro de óxido constituye una excepción ya que empezó a usarse a finales del siglo XIX para sustituir a los negros de origen vegetal.
La Sinopia, un pigmento compuesto también por óxidos de hierro, presenta tonalidades que van desde el ocre al color negro. No solamente era empleado como pigmento, sino también para realizar los dibujos preparatorios sobre los que se procedía a la realización del fresco, que por extensión, se denominan sinopias.
El término miniatura, etimológicamente deriva de “minium”, óxido de color rojo característico de las letras capitales presentes de muchos códices medievales.
Antifonario, detalle. Pergamino. Siglo XVI, Catedral de Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Antifonario, detalle. Pergamino. Siglo XVI, Catedral de Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Y: YACIMIENTO
En época islámica, la capital del distrito de Barbitaniyya era Barbastro. La ciudad debió ser fundada por Jalaf ibn Rash ibn Asad en la primera mitad del siglo IX y a finales de esta centuria era ya una madina plenamente consolidada, con sus arrabales.
En el año 918 Amrus ibn Muhammad ordenó la construcción de un nuevo recinto amurallado de sillería con torreones, cuyos restos se han encontrado en el yacimiento de la calle Castellnou. Esta muralla, con sillares de hasta un metro, fue considerada como la más sólida de la Marca Superior.
También de la primera mitad del siglo X son los restos procedes del muro perimetral de la mezquita aljama, hallados en la excavación realizada en la catedral. La sala de oraciones de la mezquita debió ser ampliada hacia el año 1020, época en la que se ha datado el capitel que se exhibe en el Museo. Se trata de una pieza de canon esbelto y hojas lisas dispuestas en dos coronas superpuestas; en la superior alternan las hojas con flores y con una rosa de 6 pétalos.
Sillares de la Zuda, alcazaba fortificada residencia del gobernador (siglo X), pueden verse en la tapia del convento de Capuchinas. Pero los más interesantes restos conservados de época islámica son los Baños Públicos de la Plaza de San Antonio (siglo X).
Capitel de la Mezquita aljama de Barbastro. Piedra labrada, siglo XI, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón
Capitel de la Mezquita aljama de Barbastro. Piedra labrada, siglo XI, Barbastro. Museo Diocesano de Barbastro-Monzón

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Z: ZANJAR
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, zanjar es remover todas las dificultades e inconvenientes que puedan impedir el arreglo y terminación de un asunto o negocio.
Cerramos este artículo expresando nuestro deseo de zanjar definitivamente el asunto de la devolución de las piezas propiedad de las parroquias aragonesas retenidas en Lérida, como exigen el respeto al patrimonio, la justicia y el sentido común.
Manifestación en Zaragoza por la devolución de las obras propiedad de las parroquias aragonesas depositadas en Lérida. Noviembre de 2010
Manifestación en Zaragoza por la devolución de las obras propiedad de las parroquias aragonesas depositadas en Lérida. Noviembre de 2010

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