Hace unos días este Museo tuvo el honor y el placer de recibir a Antonio López y compratir con él una visita íntima y relajada por sus principales salas, durante un tiempo ganado a la prisa, a las obligaciones, al estrés… rescatado para nosotros mismos, para nuestro disfrute y deleite.
Nos sorprendió la intensidad de la mirada del genio, para quien «El arte no sé explica. Basta un espectador con sensibilidad».

Se detuvo a contemplar las pinturas tardorománicas del Ábside de Villamana, la mitra que un día, hace más de 900 años, llevaron sobre su cabeza los abades de San Victorián o la colección de curiosas lipsanotecas y sus milenarias actas de consagración.
Ante el retablo de Blasco de Grañén, de mediados del siglo XV, nos sorprendió afirmando que no que sentía lejos del espiritu del artista, todavía considerado artesano, que lo pintó: «Todas son obras nacidas de la mente del hombre, aunque ya ni siquiera sepamos quiénes son esos personajes o pese a que no creamos en lo que representan» -dijo tras comentar la iconografía del San Miguel y el horrendo demonio de Abi.
«El hombre que pintó las Cuevas de Altamira sentía con tanta intensidad, si no más, como Picasso. La abstracción está en Vermeer. La Esfinge de Gizeh tiene una fuerza enigmática superior a un cuadro de De Chirico. El surrealismo lleva instalado miles de años en el arte. En el siglo XX se le dio nombre a todo, pero en el mundo antiguo ya estaban todas las cosas. El arte siempre ha sido la expresión del misterio del mundo. El valor del espacio conquistado es la expresión de los sentimientos profundos, que nunca cambian. Ahí radica la veracidad del arte». Confesó que su obra, la del artista español vivo másr econocido, cuya retrospectiva en el Thyssen está batiendo records, encajaría perfectamente en las salas de este Museo.

En una ocasión comentó que «El buen arte mejora la vida [···], es algo muy reconfortante, es como es el amor, es la parte luminosa de la vida.»
El Principe de Asturisas de las Artes 1985, dejó esta dedicatoria en el Libro de Honor del Museo: «Me parecen necesarios estos espacios museísticos, modestos y preciosos».
Seguiremos trabajando y esforzándonos para enriquecer la mirada de nuestros visitantes, para estimular su curiosidad, para ayudarles a disfrutar del descubrimiento del legado que estamos llamados a conservar y para contribuir a mantener vivo el diálogo con la historia a través de las obras del pasado.